Fondo de Coparticipación brinda apoyo a las Iglesias durante la pandemia

Mientras la pandemia del COVID-19 se iba extendiendo ampliamente hace aproximadamente un año, el Fondo de Coparticipación de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas (CMIR) modificó su enfoque para brindar apoyo financiero a las iglesias miembros a la hora de hacer frente a una crisis sin precedentes.

“A lo largo y ancho de nuestra familia de la CMIR, vimos a nuestras iglesias respondiendo a las realidades del COVID y a todas las consecuencias sociales y económicas que produjo, pero también las vimos revitalizando su vida y su testimonio en respuesta a los imperativos de la Confesión de Accra y al llamado a una economía de la vida”, expresó Chris Ferguson, secretario general de la CMIR. «Las acciones desarrolladas fueron desde lo pastoral hasta lo humanitario y lo profético, todo en una profunda consonancia con la visión estratégica de la CMIR como una koinonía global, confesando al Dios de la Vida en un mundo caído en manos de ladrones».

El Fondo de Coparticipación ofrece usualmente pequeños subsidios a las iglesias miembros y a organizaciones respaldadas por las mismas, para facilitar la implementación de proyectos relacionados con la misión y que tengan un impacto estratégico significativo para la vida de una iglesia y la comunidad circundante, sobre todo El Fondo también fortalece los vínculos de las iglesias miembros con la CMIR, así como busca cumplir con los objetivos estratégicos tanto de la iglesia miembro como de la Comunión en su conjunto.

Además de la reorientación en las prioridades, la CMIR también reforzó la cantidad de dinero disponible mediante la transferencia de fondos programáticos al Fondo de Coparticipación, incluyendo a su fondo de emergencia.

Se concedieron subsidios de emergencia durante todo el año, en tanto que las solicitudes de proyectos regulares se otorgaron en el mes de noviembre. Hasta 2020, el Fondo de Coparticipación destinó más de € 200.000 en subsidios para proyectos regulares y de emergencia a más de 30 iglesias miembros.

Durante el año 2021, el Fondo de Coparticipación seguirá ofreciendo asistencia de emergencia durante todo el año, en tanto que recibirá solicitudes para proyectos regulares de las iglesias miembros hasta el 2 de abril, siendo el dinero entregado en el mes de junio.
OPM
El Fondo Reformado de Coparticipación es apoyado por subvenciones del fondo Otto per Mille de la Iglesia Valdense y de la Iglesia de Westfalia (Alemania).

Los que siguen son algunos ejemplos de cómo las iglesias miembros utilizaron los subsidios del Fondo de Coparticipación durante el año 2020:

La Iglesia Cristiana Evangélica en Halmahera (GMIH, por sus siglas en bahasa), Indonesia
La pandemia derivó en dificultades económicas no solo para la GMIH sino también para North Maluku, lugar donde la iglesia brinda su servicio. En tanto sostenía a sus ministros y ministras y demás trabajadores y trabajadores eclesiales, la iglesia también tendió su mano hacia las personas más vulnerables de sus comunidades.

Se publicó una Guía para el servicio de la Iglesia en el marco de la pandemia del COVID-19 a fin de ofrecer asistencia para continuar desarrollando el ministerio durante la pandemia. La Guía fue distribuida a las 453 congregaciones de la GMIH, incluso a pesar de las dificultades logísticas propias de las restricciones vinculadas a la pandemia. Al incrementarse las dificultades económicas debido a los cierres, la GMIH también distribuyó alimentos a las personas colaboradoras de la iglesia y ayuda alimentaria a las familias vulnerables.

“A partir de este programa, se desarrolló un sólido sentido de solidaridad en la comunidad durante la pandemia, como evidencia de que aún en este momento hay una gran preocupación entre las comunidades más allá de cuestiones de religión, etnia, raza y cultura. La ayuda mutua durante la necesidad crea así un buen sentido de solidaridad”, indicó la GMIH en su informe.

Iglesia Presbiteriana en Ruanda
De manera conjunta con el gobierno, la iglesia distribuyó alimentos a personas pobres, ancianas y discapacitadas afectadas por la crisis. Además, la iglesia emitió mensajes en la TV ruandesa y en otros medios digitales sobre la manera de limitar la propagación del COVID-19 a partir de una mayor higiene.

El presidente de la Iglesia, Pascal Bataringaya, solicitó a toda la membresía que recuerde particularmente a las personas ancianas y a las personas pobres, animándola a compartir lo que tuvieran mientras dure la lucha contra el COVID-19, expresando que: “la ayuda no requiere tener excedentes o tener en abundancia; más bien, necesita un corazón lleno de amor por el pueblo de Dios. Mantengamos ese corazón dispuesto en estos tiempos críticos y prediquemos con bondad. Aunque los templos hechos de piedras y ladrillos estén cerrados, nuestros corazones, que son los verdaderos templos, están abiertos. Por lo tanto, tenemos que trabajar para el Señor, para manifestar públicamente su amor tanto como podamos, sostenidos y sostenidas en la promesa de que Dios está con nosotros y nosotras en toda circunstancia.”

Iglesia Cristiana Reformada de Honduras
Además del impacto de la pandemia, los hondureños y las hondureñas fueron azotados por dos fuertes huracanes: Eta y Iota. La iglesia coordinó una respuesta rápida desde diez de sus congregaciones, ofreciendo raciones de alimentos y suministros de higiene para satisfacer las necesidades inmediatas debido a los severos daños y pérdida de hogares y pertenencias causadas por a las fuertes lluvias y las consecuentes inundaciones.

Más de 1100 personas fueron beneficiadas con la ayuda. La Iglesia de Honduras y las personas directamente beneficiadas “agradecen enormemente a la CMIR por apoyar este proyecto de respuesta alimentaria, que sin dudas ayudó a mejorar las condiciones de vida de algunos de los hogares más vulnerables y afectados luego de las tormentas de Eta y Iota. Les agradecemos todo su apoyo, tanto espiritual como económico”.

La Iglesia Presbiteriana de Sudán del Sur (PCOSS, por sus siglas en inglés)
A través de su brazo humanitario y de asistencia, la Agencia Presbiteriana de Asistencia y Desarrollo (PRDA, por sus siglas en inglés), la PCOSS distribuyó alimentos y otros artículos a quienes fueron víctimas de la recesión económica ocasionada por la pandemia. Sin embargo, su proyecto principal fue una campaña de concientización para educar a las personas sobre la necesidad de una mayor higiene para contrarrestar al coronavirus.

Durante dicha campaña, que tuvo una duración de cuatro semanas, se llegó de manera directa a más de 1000 personas en cuatro ubicaciones clave. Esta campaña está «destinada a aumentar en la medida que los promotores y la promotoras de higiene que se han comprometido continúen interactuando con los miembros de la comunidad para difundir los mensajes sobre higiene y para apoyar en la atención psicosocial comunitaria y en la prevención de la infección por causa del COVID-19 más allá de la duración específica del proyecto», destacó la PRDA.

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