Perfil: Sabrina Slater

La Comunión Mundial de Iglesias Reformadas se encuentra particularmente comprometida con la justicia de género y con la plena y justa participación de las mujeres en todas las áreas de la iglesia y la sociedad. La Asamblea General del año 2017 adoptó «La Declaración de Fe sobre la Ordenación de Mujeres» y asumió el compromiso de acompañar a aquellos miembros que todavía no ordenan mujeres. La ordenación de mujeres no se limita solo a tener más mujeres en el ministerio, sino más de reconocer que la inclusión de mujeres en el ministerio y como iguales en el liderazgo de la iglesia, se creará una poderosa fuerza para la justicia social y económica en todo el mundo. Este artículo es uno de una serie sobre mujeres en el ministerio que subraya esta convicción.

«¿Quiénes somos nosotros/as para interponernos en el movimiento del Espíritu Santo?»

“Me siento muy afortunada de poder vivir la vida que vivo. Si estuviera en un contexto geográfico diferente, si hubiera crecido en una denominación diferente, si hubiera crecido en un momento diferente, incluso si hubiera nacido en una familia diferente, probablemente no podría vivir la vida que estoy viviendo en este preciso momento. No podría ser pastora de una congregación en la que posiblemente tenga la edad de muchos de sus hijos o nietos y ser bienvenida en ella», dice Sabrina Slater, pastora de la Iglesia Presbiteriana (EE. UU.).

Slater, que pastorea en la actualidad una iglesia en el estado de Nueva York, compartió que no creció pensando en convertirse en ministra. Ninguno de sus padres son ministros, pero ella creció en una familia que asumió muy seriamente la fe. Ella es licenciada en ciencias cognitivas con especialización en salud y desarrollo humano, y mientras trabajaba en el área de servicios estudiantiles en una universidad, consiguió una maestría en educación.

Al trabajar en la universidad, Slater tuvo la oportunidad de combinar su trabajo y su vida de fe, ayudando a llevar a algunos estudiantes a Kenia, donde pudo conocer más de cerca el VIH y el SIDA en el África subsahariana.

“Pude acompañar a los y las estudiantes a un contexto con el que no estaban familiarizados y comprometerme con ellos a medida que experimentaban la pobreza y algunas realidades a las que no estaban acostumbrados, y procesar esas conversaciones con ellos. Trabajamos con una organización llamada Obras de Caridad de Mujeres Cristianas, que en realidad es el corazón de una mujer», contó Slater.

Combinando su trabajo con la fe, tomó parte en un viaje misionero para adultos y tuvo la oportunidad de servir brevemente con Mercy Ships, una organización de caridad internacional que brinda ayuda humanitaria.

“Por medio de esas experiencias, sentí que Dios estaba tirando un poco más de mí para que yo no estuviera solo en la educación superior, sino que hiciera algo nuevo, aunque no sabía a ciencia cierta qué. Pero estaba trabajando en una iglesia que tenía una pastora que se parecía un poco a mí, y estaba de acuerdo con su teología, y allí escuché sobre una Maestría en Divinidades, de la cual nunca había oído hablar. Y pensé que era fantástico: puedes simplemente estudiar sobre Dios en una universidad «, compartió Slater.

Poniendo en oración su vocación, emprendió este viaje. «No lo deseaba, pero sí pensé y oré al respecto. Y por mucho que no estuviera interesada en cursar griego o hebreo, pensé que si le decíamos que sí a Dios y aceptábamos hacia dónde Dios nos estaba guiando Dios, esa sería una respuesta correcta», dijo Slater.

Como estudiante en el Seminario Teológico de Princeton, tuvo la oportunidad de viajar y compartir diversas experiencias, escuchando una variedad de voces, incluso en Israel y Palestina, Cuba, Brasil, India y Sudáfrica, además de los cursos que estaba tomando.

Una vez que aceptó el llamado de Dios, su proceso para devenir en ministra fue fácil, y ahora es pastora desde hace 11 meses en la Fraternidad Cristo Rey, de la Iglesia Presbiteriana.

Estudiar con personas de diferentes denominaciones y contextos culturales le brindó a Slater la posibilidad de abrir los oídos y escuchar los razonamientos por los cuales se sostiene que las mujeres pueden o no pueden ser ordenadas. Según ella, tiene que mucho que ver con la denominación a la cual perteneces.

“Tenemos que ser conscientes de este debate y de cómo se está desarrollando para poder participar, y nuestros puntos de referencia serán diferentes según la familia confesional de la cual provengamos. Este es un buen punto de referencia para no generar un diálogo sobre la ordenación como algo parecido a un derecho, porque no todos están llamados a ser ordenados. El rol pastoral que estamos debatiendo aquí no es que todas las personas estén llamadas a ser pastores o pastoras. Dios puede llamar y de hecho llama a cualquier persona que esté bautizada, y esa es una invitación para todos y todas. Entonces, ¿quiénes somos nosotros/as para interponernos en el movimiento del Espíritu Santo?”, expresó Slater.

Cuando se le preguntó qué mensaje tiene para las mujeres que enfrentan desafíos en su camino hacia el ministerio, Slater dijo: «A todas las mujeres que enfrentan desafíos en su camino, Dios las ve, Dios las ama y Dios les ha dado todo lo que necesitan para ser una bendición en sus propios contextos en este mundo Su voz es importante y necesaria y si no hay un espacio para ellas en la mesa de la Comunión durante la Eucaristía, entonces no hay espacio para ninguno de nosotros. Las mujeres son suficientes, y no es poca cosa que Jesucristo viniera a nosotros y nosotras por medio de una mujer. Para encarnarse, Dios tuvo que nacer del vientre de una mujer; eso es poderoso «.